Parecía que el Bayern de Múnich era inmune a todo. Al escándalo nacional que montó Kimmich al admitir que, de momento, no quiere vacunarse contra el coronavirus. Al positivo de su entrenador Nagelsmann. Y a la pena de cárcel que, por ahora, logró esquivar Lucas Hernández. Seguía ganando sus partidos. Hasta que, de repente, se derrumbó el castillo de arena…
